En enero, Muñoz Ledo dijo que Morena se había salido de su corazón y que eso le daba una pena inmensa. Por lo que se ve, esa pena duró hasta que la camarilla dirigente le ofreció la candidatura a presidente del partido, que en sus sueños sería una candidatura de unidad. Desde ella, motivado por un nuevo brío, Muñoz Ledo navega entre las peligrosas aguas de la calumnia, la denigración y el ridículo.
En una entrevista publicada el día de ayer en el diario El País, Muñoz Ledo afirma que se comunica con el presidente telepáticamente, en lo que quiso ser un chiste o algo así. Y afirma que soy un muchacho, director de una oficinita del IMSS, que cayó en ella porque no tenía chamba –mentiras desdeñosas que me tienen sin cuidado— pero luego pasa a decir que me inscribí hace unos días a Morena y cinco días después aspiré a dirigir el partido. Dice, después, que me compraron para que lo fregara, que ya sabía quién lo había hecho y que el presidente dijo que sería yo procesado, machacando él que así sería (lo dice en la misma entrevista donde alardea de que va a correr a Marcelo Ebrard de nuestro partido). No sólo el presidente no dijo eso (quizá la telepatía le quitó a Porfirio la capacidad de leer), sino que pidió a Zoé Robledo que informara qué es lo que pasaba en la CISS, que ya informó: mi gestión está limpia y auditada por un despacho externo e instituciones de otros países.
Es penoso verlo así, porque quizá fue el mejor tribuno de nuestro país y un dirigente y secretario agudo en su momento. Me da mucha pena, porque quizá esa forma de mentir es de otro tiempo, cuando en el debate nacional no era tan fácil saber lo que se decía en El País y podía decir uno más o menos lo que se le pegara la gana –y eso habla del mundo en el que vive el decano de la política mexicana. Cuando Porfirio dice que acabo de afiliarme, descarta el hecho de que miles de compañeros me conocen hace años, que pueden comunicárselo entre ellos, y desecha además la circunstancia de que, a diferencia del suyo, mi nombre sí figura entre los miles del padrón de fundadores que está registrado en el INE y puedo colgarlo en Twitter en cualquier momento. Porque cuando estábamos fundando Morena, él estaba en el gobierno de Miguel Ángel Mancera; cuando yo era candidato a diputado constituyente por Morena, él era designado a dedo por Mancera. Y Podría ser que además ahí, en su propio pasado, fundamente su certeza de que alguien me ha comprado. ¿Fue comprado Porfirio Muñoz Ledo para apoyar la concertacesión que dio la gubernatura de Guanajuato a Fox a la postre?, ¿fue comprado para incorporarse a su proyecto en el 2000?, ¿el cargo que le dio Mancera, mientras perseguía a Marcelo y a Morena, compró la voluntad de Muñoz Ledo entre 2012 y 2018?
Al afirmar que me han comprado para detenerlo, Porfirio ignora que, a diferencia suya, no estoy ni estaré en venta para cambiar de proyecto político, pero también parece ignorar que cuando yo ya había anunciado mi programa y mi aspiración, los compañeros que le pidieron postularse todavía estaban barajando la posibilidad de que Alejandro Encinas o Martí Batres los representaran y, tras la prudente negativa de ambos, sólo pareció quedar Porfirio por su fama y su cercanía con Alfonso Ramírez Cuéllar. El usado por alguien es él y, penosamente, no parece siquiera advertirlo.
A diferencia suya, no tengo que recurrir a la calumnia ni a la mentira. Me basta la crítica política. Porfirio Muñoz Ledo será lo que se quiera, pero al menos es congruente: en su proverbial falta de empatía, que lo llevó a decir que la pandemia es una bendición para los adultos mayores, pensando quizá más en los que, como él, pueden pasarla en una mansión en las Lomas de Chapultepec que en los miles que han muerto por el virus; es congruente en su defensa del régimen de la transición –en defender la entrega al PRI o al PAN de la mesa directiva, en haber presidido dos y participado en los tres partidos políticos del régimen que terminó–; es congruente en su estilo autoreferencial: lo que no tiene que ver con él no existe, tiene que ser el centro de todo, así que todo y a todos descalifica, incluyendo al presidente López Obrador; es congruente en sus continuadas deslealtades y en la desfachatez con la que miente. Muñoz Ledo insiste en que no me conoce. Le propongo que nos conozcamos, en un debate presencial en el espacio que sea, incluso en las Lomas de Chapultepec para que no tenga que desplazarse.