El pasado 8 de junio, Gibrán Ramírez Reyes, uno de los fundadores del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) envió una carta en la que conminaba a la militancia de todo el país a replantear los principios que les dieron origen, a través de cuatro ejes principales: separar el poder económico del político para construir bienestar; transformar el federalismo existente; cambiar el sistema de partidocracia y el régimen creado alrededor suyo y destruir el sistema de intermediación corrupta entre el estado y el pueblo.
Hora Cero: ¿Cuál es la respuesta qué has tenido de la militancia con esta carta?
Gibrán Ramírez Reyes: Lo hice con un afán constructivo. En muchos estados ha generado descontento. En Jalisco con Yeidckol (Polevnsky), en Coahuila, en Guerrero, en fin, creo que no se está tomando el pulso de lo que significa eso: abandonar la organización, digamos ver en función de los intereses de grupo; también, confundirse y alejarse de los planteamientos de (Andrés Manuel) López Obrador, pues sí para algo dejó el PRD y fundó este otro partido. Creo que están confundiendo reflejos perredistas de una generación de políticos que siguen al mando.
HC: En tu carta hablas de que naciste en el obradorismo, de la esencia de Morena, ¿qué te significan los escándalos de corrupción en los que están inmersos?
GRR: Se tiene que revisar con todo el rigor, ver si hay alguna responsabilidad de parte de los señalados, es decir, de Yeidckol, del Secretario de Finanzas, de algunas dirigencias estatales, de algunos delegados en funciones, de presidentes, sin duda. Puede haber ahí, como siempre que hay negocios con los políticos, puede haber cosas que no se han hecho bien. Estoy seguro y creo que, si Morena no da un ejemplo en su interior, en ese y en otros aspectos, va a perder la única marca distintiva que tenía frente a los otros partidos políticos.
En los documentos básicos de todos los partidos hay buenas intenciones, las mejores ganas de hacer política pública precisa, de hacer caso a las grandes tendencias internacionales; muchos de los documentos básicos se parecen. La marca distintiva de Morena, y por lo que ganó, era un asunto ético fundamentado en la autoridad moral y la honestidad personal de López Obrador, pero si eso no se vuelve un rango institucional, Morena va a terminar cualquier rango que lo diferenciaba de los otros partidos y va a formar, como empieza a suceder, parte de esa crisis generalizada del sistema de partidos y eso no es bueno para la sociedad.
Tendríamos que tener partidos fuertes, bien anclados, activos, democráticos, porque son el intermediario entre la sociedad y el estado. Si se rompe ese vínculo, la crisis de representación empieza y el descontento crece.
HC: En términos de imagen, Morena es un partido que fue creado a partir de una sola persona, de López Obrador, ¿hacia dónde considera que se está encaminando el partido, el Movimiento?
GRR: Creo que es el punto fundamental. Sí a partir de una persona y a partir de los valores y las ideas que esa persona ha promovido: la soberanía energética, la austeridad republicana, la opción preferencial por los pobres, las políticas de igualdad. Son, digamos, los pilares de un camino mexicano hacia el bienestar. La labor del partido tendría que ser convertir eso que ha sido un spin, una motivación, en la marca de las políticas del actual gobierno en programa para el futuro. Programa para el presente lo tenemos, que son los 100 puntos que López Obrador leyó en el Zócalo, incorporan digamos los alcances que él cree que podrán tener estos principios en un sexenio.
Lo que debería estar haciendo Morena, pero en un proceso de abajo para arriba, es convertir cada uno de esos principios en agenda programática; hasta dónde y hasta cuándo la austeridad, qué vamos a proponer después de que se cobren bien los impuestos que ya hay para fondear el sistema de protección social de transferencias directas que instituyó el presidente López Obrador en el artículo cuarto. Cómo vamos a combatir la corrupción sin atender a los viejos esquemas de organismos constitucionales autónomos que solamente reproducen cierto gigantismo burocrático y presupuestal, pero que no han ayudado desde que comenzó esa inercia institucional a que termine la corrupción sino todo lo contrario, durante ese tiempo incrementó.
Cómo lo vamos a hacer con un estado fuerte, que utilice las instituciones políticas para perseguir la corrupción. Eso también se tiene que hacer. Si va a haber una reforma política, el Presidente ha dicho que debería haber dos partidos, y hay manera de que los incentivos en las leyes electorales apunten hacia allá, como disminuir los plurinominales y hacer la mayoría de la representación en las cámaras, de mayoría relativa; eso haría a que se tendiese automáticamente a una dinámica bipartidista, bueno alguien tiene que proponer esa reforma.
Se tienen que generar programas a partir de esos principios, no a partir de los principios y las ideas del dirigente en turno. Si López Obrador consiguió el acuerdo de más de 30 millones de mexicanos fue porque supo interpretar los dolores y las demandas de buena parte del pueblo de México. No es cualquiera que esté en la Presidencia de Morena y lo que se le ocurra un domingo, como pasó con (Alfonso) Ramírez Cuellar y su propuesta del Inegi, o la idea de poner fin a la austeridad en este momento, u otras cosas que se han estado diciendo.
Se trata de volver institución todos esos principios y todo ese ímpetu que logró triunfar el primero de julio del 2018 y que cambió la correlación de fuerzas del sistema político mexicano de los últimos 30 años. Creo que esa ha sido la principal equivocación de la dirigencia actual.
HC: En la misiva propone diez tareas específicas, aunque hay dos que llaman nuestra atención: crear el Observatorio de los Gobiernos y la capacitación constante a legisladores locales y federales. ¿Considera que gobernadores, presidentes municipales, senadores y diputados federales y locales se han desempeñado como la gente esperaba, sobre todo porque hay diversas mediciones en las que muchos morenistas salen con niveles de desaprobación muy altos?
GRR: Varía en cada caso, pero en los recorridos que hemos realizado y en las comunicaciones que hemos tenido con compañeros de distintos estados de la República, hay mucho desencanto de algunos regidores, diputados locales, presidentes municipales, podría citar casos muy concretos, aunque es un problema más o menos generalizado en el país. No puede ser que los legisladores y los gobernantes ganen con la marca de Morena, por el arrastre de López Obrador y que luego hagan lo que quieran. Creo que esa es buena parte de lo que explica que se haya disminuido la intención del voto, de un año para acá, por Morena, en más de 10 por ciento.
Se trata de un partido que no ha puesto límites y ni siquiera ha señalado a quien se aleja del espíritu y las ideas de su programa, de sus estatutos, de sus documentos básicos en general. Eso es fundamental. Si no hay algo que caracterice a un gobierno local de Morena en Chiapas y al mismo tiempo en el norte de la República, en Sonora, si no encontramos una resonancia ética y programática en los dos lados, quiere decir que no hay partido. Hubo una marca que hizo que ganara, pero no una congruencia con unas ideas que es lo que se supone que tendría que hacer un partido político.
Por último y en otro orden de ideas, el también analista político y panelista, urgió la necesidad de reconocer el trabajo del personal del sector salud, pues consideró que la pandemia del Covid19 no solo nos ha recordado lo esencial, sino que ha puesto en su justa dimensión el trabajo que todos ellos realizan.
Nota tomada de Hora Cero