De parte de Hacienda, decir que los empleadores pondrán el incremento de las aportaciones en un nuevo esquema para las pensiones, es simplemente insultante a la inteligencia, además de ser servil. Cuando se dice que serán los empleadores quienes cubrirán el incremento, que no habrá mermas en el salario que los trabajadores perciben, que los empresarios simplemente pondrán “un extra” porque son responsables, se está mintiendo y hay que explicarlo, porque viene en las letras chiquitas de la propuesta, puestas, como que no quiere la cosa, en una nota al pie.
Allí dice que solamente si usted gana 25 UMA, o sea 65 mil 160 pesos (como menos de 1 por ciento de los trabajadores afiliados al IMSS), su empleador pondrá la aportación publicitada estos días por Hacienda, por el Consejo Coordinador Empresarial y por el sindicalismo de protección patronal. Si usted gana un salario mínimo, el incremento de la aportación patronal a su fondo de ahorro es 0, y el gobierno cubrirá todo el incremento de la cuota restante (mediante la llamada cuota social). Se trata de una simulación muy grosera, dado que 55 por ciento de los trabajadores al IMSS gana entre una y dos UMA. ¿Qué consecuencia va a tener esto? Hay varias que son obvias: la primera es que, siendo la mayoría de los trabajadores quienes ganan poco, el incremento de la aportación patronal se queda en pura mentira: el dinero que iría a parar a las Afores saldría principalmente de las arcas públicas. Más dinero público para el mismo negocio privado socialmente fracasado. La segunda consecuencia es que se castigará el salario: si salarios más bajos implican menor aportación empresarial, es obvio que los empresarios preferirán que sólo pocos ganen más de cuatro salarios mínimo, pues a partir de entonces la aportación patronal efectivamente comenzaría a aumentar.
Dada la inestable situación de los trabajadores subordinados formales en el país, es relativamente sencillo cambiar en breve tiempo las condiciones de contratación. Son muy pocos quienes tienen la ventaja de contar con un contrato por tiempo indeterminado, e incluso uno anual es ya un extraño lujo en este mundo de precariedad laboral. Por lo tanto, es fácil castigar los salarios si los costos aumentan, y eso es precisamente lo que sucederá. A menos, claro, que confiemos en la magnanimidad del CCE y sus agremiados. Yo no confío: si les interesara poner más dinero, lo pondrían a estos trabajadores que ganan menos, pero eso sí incrementaría sus costos y no podrían hacer que lo pague el mismo trabajador en la siguiente contratación, pues el salario mínimo es un límite infranqueable. Ah, pero eso sí, salieron a colgarse la medallita. Olvidaron decir que el incremento a 13.87 por ciento en su aportación aplicaba a trabajadores de más de 65 mil pesos mensuales, nada más, y en menor medida a ese monto, sólo a una quinta parte de los trabajadores, los que perciben ingresos superiores a 5 UMA o 13 mil 200 pesos, relegando a 80 por ciento de la población que cotiza en el IMSS. ¿Por el bien de todos primero los pobres? La propuesta es una burla a ese principio de la cuarta transformación y una profundización de la política privatizadora de fondos públicos.