El populismo no es lo contrario de la democracia moderna, sino uno de sus productos más característicos; algo que nació con ella, que comienza a decaer al mismo tiempo que ella y que morirá, también, a su lado. Así lo sostiene Gibrán Ramírez Reyes en su nuevo libro.
Los sistemas de representación popular no pueden representar la voluntad popular, por más que lo quieran, pero no pueden tampoco dejar de prometerlo, de imaginar que lo hacen, de basar toda su legitimidad en su capacidad de hacerlo. El populismo sería, así, el principio democrático rebelándose en contra de sus mecanismos institucionales; la voluntad de soberanía popular rebelándose en contra de un sistema diseñado para satisfacerla, pero que todo el mundo sabe que no puede satisfacerla. El inevitable reclamo de una promesa que la democracia moderna no puede dejar de hacer pero que no puede tampoco cumplir.
Vida y muerte del populismo narra la historia de esta tensión clave desde el siglo XIX hasta la fecha, y con ello, la historia dual del populismo como fenómeno y como concepto.
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